Pre-Navidad

Y sí, esto de escribir dos entradas en un día es medio abusivo, pero bueno, sepan comprender que me atrasé con la anterior y que con esta ya no tengo margen para demorarme. Se supone que es pseudo-navideña, y yéndome de viaje mañana no tengo más margen para publicarla en otro momento que no sea el año que viene.
Como bien se descubría en el post anterior ahora tenemos nieve en Leipzig. La blanca sorpresa llegó con un friazón bárbaro bajo el brazo y la verdad que está terrible. Estos últimos días hemos estado con muchos grados bajo cero y si uno no se emponcha bien, da miedo andar dando vueltas. Ayer y hoy he comprobado que es imposible salir sin guantes, ya que las manos duelen del frío si uno las anda usando mucho.
El asunto es que hoy fuimos a sacar unas fotos del mercado de navidad. Su nombre es bastante descriptivo, por lo que no hay mucho que decir sobre él, es una aglomeración de puestitos de madera, principalmente en la plaza, pero también por las zonas aledañas. Todos decorados, claro está, con motivos navideños. Son una invitación a gastar plata, ya sea para comprar artesanías y demás huevadas o, principalmente, comida. Todo tiene un olor espectacular, así que uno no sabe por donde empezar. Desde el clásico vino caliente, pasando por crepes de muchos gustos distintos hasta los wafles con distintos rellenos, sumadle salchichas, diversos sándwiches, chocolates, cosas fritas… fua! Y claro, como he podido comprobar, esto del frío le da hambre a uno todo el tiempo, así que es bastante peligroso andar caminando mucho por ahí. Lo bueno es que el frío te obliga a guardar las manos, así que no da para andar morfando tanto y así se compensa un poco.
Otro de los efectos del frío es una especie de estado de sueño permanente. No entiendo muy bien cómo funciona, pero el asunto es que desde que se puso más frío andamos con sueño todo el tiempo y cansados como si estuviéramos trabajando todos los días (lo que está bastante lejos de la realidad). Para colmo el simpático Sol, que ni asoma en todo el día y la simpática noche, que ya es plena a eso de las cuatro y media de la tarde… En fin, todo es una invitación para pasársela comiendo y durmiendo. Que horror (¿?)
Por último, también quería quejarme de la nieve una vez más. Si bien acá no tenemos tanta como en Polonia, lo cierto es que ha hecho que me decepcione de los alemanes. Esta gente que es tan organizada y tan limpia no ha encontrado un modo de mantener aseados los tranvía! Desde que hay nieve es un asco subirse, están todos embarrados y mojados. Lo mismo pasa con las calles, culpa de la nieve se forman unos barriales bárbaros y, claro, para los pobres peatones es el mismo cuento si la vereda no es de cemento.
Así que así están las cosas estos días. Con la navidad por todas partes, el frío sin piedad y la nieve molestando. Inaguantable. Suerte que mañana me voy a Rusia.

Algunas fotos



Nota del Autor: estaré de viaje por dos semanas, por lo que espero se me exima de recriminaciones por falta de comunicaciones y/o saludos navideños. A la vuelta me pongo al día. Gracias y felices fiestas para todos!

Winter School

Cumpliéndose más de una semana del evento que hoy paso a relatar, creo que ya estoy en condiciones de describir los acontecimientos con cierta objetividad que aporta el paso del tiempo. He de confesar que desde un principio fui un poco contrario a la idea del viaje a Polonia y que estando allí pude comprobar todos mis malos augurios. Pero bueno, por aquellas magias del cerebro y mistificaciones de la memoria (o porque uno es un terrible boludo), pasados unos días se puede hasta recordar con cierta simpatía lo que se padeció tiempo atrás.
Para empezar, contar que la “Winter School” (o Escuela de Invierno) se trata de una excusa para juntar a los alumnos de las cuatro universidades que componen el master (además de la nuestra, eran de Londres, Wroclaw – Polonia- y Viena). El sitio elegido fueron unas montañas al sur de Polonia, lo que sería más o menos lo mismo que el medio de la nada. Nos quedamos allí por un fin de semana y el principal atractivo venía a ser la nievecita… Quizás simplemente leerlo no parezca tan terrible, pero antes de ir ya habíamos visto algunas fotos del año pasado… y para qué! Montañas de nieve, todo congelado. Para colmo, cuando nos pasaron información ya nos advertían que iríamos a unos humildes hostels, que no esperáramos mucho, etc. Así que bueno, como cualquier persona con sentido común se podrá imaginar, mi entusiasmo por ir era ciertamente mínimo.
El jueves bien temprano estábamos todos listos en la estación de tren para partir. Esta vez nadie llegó tarde, así que nos fuimos sin mayores inconvenientes. El viajecito consistió de dos trenes (como de una hora y media cada uno) más un colectivo (de unas dos horas). Pero eso no era todo, no, no, tras haber hecho un buen trayecto con el colectivo y empezar a subir montaña, llegamos a un punto en el que nos tuvimos que bajar y empezar a caminar cuesta arriba. Pusimos las mochilas en un auto y le metimos pata. Estábamos un poco decepcionados, a decir verdad, porque no había ni un copo de nieve, y ya que habíamos venido por la nieve… carajo! Pero bueno, se ve que la pacha mama polaca o no sé quien sintió nuestro descontento y a los pocos minutos empezó a nevar… pa´qué! En la hora y media de caminata que tuvimos a medida que pasaba el tiempo y seguíamos subiendo la nieve se iba juntando más y más.
Nuestro “complejo” constaba de dos hostels en los que habíamos sido divididos vaya uno a saber con qué mágico criterio. Había uno que parecía un tanto más interesante: estaba más abajo y era donde serían los eventos sociales por la noche, mientras que el otro quedaba 15 minutos más arriba y sólo tenía agua caliente en determinados horarios. De más está decir que no hace falta adivinar cuál me tocó.
Así que bueno, tras seguir caminando llegamos ya de noche al hostel. Cagados de frío, obviamente, y bastante húmedos. Ahora sólo faltaba conocer los cuartos que, para nuestra sorpresa, estaban bastante bien. Nos cambiamos, tomamos algo, cenamos y no mucho más. Como en Europa todo pasa muy temprano, a las nueve teníamos una fiesta en el hostel de abajo, así que allá fuimos. Gracias a la mente brillante que ideó este viaje, tuvimos que salir con linternas y caminar en medio de la noche por un pseudo camino lleno de nieve y con canaletas que lo atravesaban a cada rato. Tras resbalones y alguna que otra caída, llegamos. Pero claro, eso no era nada comparado con la vuelta. Era el mismo cuento pero de subida y, claro, uno ya estaba un poquito más cansado.
Al otro día tuvimos los “Workshops” (o talleres). Habían varias opciones y cada uno elegía cuál hacer. El mío estuvo muy divertido porque se trató del simulacro de un juicio a un genocida rwandés. Bueh, sé que no suena muy divertido, pero estaba mejor que una clase sobre el sacro imperio romano. Fue como volver a los tiempos de los modelos de la ONU por unas horas.
A la noche, nuevamente festejo, pero había que irse a la cama temprano porque al otro día nos esperaba el peor de los castigos del fin de semana: la caminata.
La mente brillante que idea nuestra winter school no podía dar por terminada su obra sin esta última actividad, una caminata de cuatro horas para subir a lo alto de una montaña. El panorama era desolador, no sólo helado y nevando sino que también con una niebla que no dejaba ver más allá de los dos metros. Y, por-su, todo en subida. El asunto estaba hecho en dos tramos, el primero un poco más piadoso porque la subida estaba más tranquila, pero igualmente re cansador. Al final, llegábamos a una especie de comedor donde se podía degustar un delicioso chocolate al agua. El tema es que tras estar ahí cuarenta minutos, nuevamente magia de la memoria de por medio, uno se olvidaba de todo lo que había puteado mientras caminó y lo que había jurado no seguir y, claro, no quería parar hasta la punta. Ni bien salimos de la cabaña un viento tremendo y lleno de nieve ya nos avisaba lo que seguía.
En fin, por más detalles que uno quiera contar es difícil transmitir la tortura. La subida era ya re empinada, muchos centímetros de nieve, los jeans que se habían congelado literalmente, el estado físico que no acompaña y la nievecita que te pega en la cara sin parar. Estando ya con ánimos de abandonar (contando con la complicidad de Thomas) Tito nos avisa que faltaban sólo cinco minutos. Tras dudar un poco decidimos creerle y, sí, milagro! Era cierto. Llegamos a la cima de la montaña para encontrarnos con una especie de platillo volador cubierto de nieve. Entramos y a tomar un poco de chocolate, que esta vez sí tenía un poco menos de agua y un poco más de leche.



(Video en la cima - Gentiliza Meuricio)

La bajada, of course, mucho más amigable. Hasta que uno podía ir saltando de la alegría. Para cagarse de frío, eso seguro, y además apurados para que no se hiciera de noche, pero al menos ya casi no quedaban tramos de subida y eso era mucho!
De vuelta en el hostel ya no quedaba mucho más. La última fiesta, despertarse temprano al otro día, caminar hora y media de vuelta, cagarse de frío un rato antes de tomar el colectivo, los trenes, el tranvía y de vuelta a casa. Jurando, of course, que nunca más volvería a pisar nieve y que ya había tenido suficiente por esta vida. Pero claro, que el invierno recién está entre nosotros y durante nuestra ausencia en Leipzig había empezado a nevar…

Domingo de Fútbol

Fue como volver a los viejos tiempos del Chateau, un domingo con fútbol. Pero claro, como todo acá, con algunas similitudes y algunas diferencias.
Era el gran clásico de Leipzig, el Talleres-Belgrano de la ciudad. Bueno, la verdad que tampoco era para tanto, yo sinceramente ni enterado estaba, pero por suerte Thomas se había molestado en investigar. Nuestro otro acompañante fue Max, un compañero alemán.
Se me hacía imposible no recordar al gran Talleres. Pero claro, cuando uno tiene el paladar acostumbrado a la tercera división del fútbol argentino pasar a la quinta del fútbol alemán le sabe a muy poca cosa. Fue la primera vez que no me daba vergüenza contar que mi gran equipo estaba en el Argentino A (y explicar de qué calaña estába hablando), total, en el país de los ciegos...
Como buen cholulo me llevé la bandera de Talleres a la cancha. Esperaba ansioso que los alemanas me preguntaran por ese curioso escudo y esos magníficos colores, ya me imaginaba su cara de sorpresa y admiración cuando yo les empezara a hablar de un equipo que estaba dos divisiones por encima de ellos. Pero bueh, cómo no podía ser de otra forma, nadie me preguntó ni "mu".
Como a esta altura el lector ya imaginará, el partido no prometía mucho deportivamente. Pero si aun le quedan ilusiones de que al ser un clásico la nota la daría el fervor de las hinchadas, psss, lamento decepcionarlo/a. Lo más interesante, en definitiva, era la cancha. El partido se jugaba en el estadio que fue sede del mundial 2006, donde, entre otros, Argentina jugó contra México. La verdad que el estadio estaba lindísimo: en su totalidad con asientos, cubiertas las tribunas y un pasto que envidiarían hasta en primera división.



El servicio de catering, completísimo, panchos (con distintos tipos de salchichas), hamburguesas (de pollo, carne), salchichas con salsa y pancito, pretzels, cerveza, gaseosas, vino caliente. Pero clah, nada con el humo y el olorcito de un fantástico choripán.
Los equipos en cuestión era el Sachsen Leipzig y el RB Leipzig. Este último es una inversión de la empresa Red Bull (de allí sus iniciales alusivias, si bien el club no puede llamarse Red Bull por cuestiones reglamentarias) en el fútbol teutón. Al parecer era un equipucho sin historia ni hinchas al que red bull le puso plata y ahora son los primeros de la división. Tenían mucho menos hinchas que los demás, que ocupaban una buena proporción de su cabecera (nosotros, por cierto, estábamos en una tribuna "neutral", ubicada al medio). Había que hacerse hincha de alguno para ponerle más interés al partido. Mis compañeros se inclinaron por el red bull, pero moi, obvio, no me iba a ir con una corporación (demasiado con ser hincha de un club gerenciado, pa' que dos) así que me hice hincha del tradicional y popular Sachsen Leipzig (Pa' qué...).
Si comentaba que Talleres se me venía a la cabeza con frecuencia, claro, viendo el partido no pudo ser de otra forma. Tras un parejo comienzo se vino un injusto gol del Red Bull. De ahí en más mi equipito empezó a dar asco y bueh, perdimos dos a cero... para variar... Al menos nos quedó el consuelo de pensar que "podria haber sido peor".

En el material multimedia:
Panorama desde la tribuna
Gran entrada gran de los equipos a la cancha




Cuadernos de (Ay!) Praga

Bueno, como bien se adelantaba en la última entrega, sí, sí, el fin de semana último anduvimos de paseo por Praga. A diferencia de Berlín esta vez no teníamos conferencia de nadie ni aniversario de nada. Fue un viaje puramente turístico e inacadémico. Con esa idea fuimos y cumplimos.
Con respecto al viaje a la capital alemana hay que reconocer que la tropa se vio diezmada: los latinfour (bueh, Thomas, Tito, Maurico et moi), Annie, Jacqueline (Taiwán) y Andrea. Salimos el viernes al medio día, exactamente después de nuestro "mid term exam" (entre nos, es un parcial pero con nombre más pomposo) y volveríamos el martes a primera hora, justo para clases.
Si bien en líneas generales el viaje transcurrió en armonía, tranquilo y sin mayores sobresaltos, hay que reconocer que los primeros minutos fueron todo lo contrario. Tras el examen cada uno agarró por su lado, algunos se fueron a comer al Mensa, otros picaron pa' las casas a buscar equipaje (otros fuimos a armar la mochila en tiempo record) y bueh, debíamos encontrarnos a un horario determinado en la Hauptbanhof (estación central, cof cof)... no recuerdo, pero era algo así como media hora antes de que saliera el tren. El asunto es que cuando ibamos varios en el tranvía para allá nos llama Mauricio avisando que se había olvidado el pasaporte y que por esa razón se había vuelto hasta la residencia a buscarlo. Bueno, el asunto es que faltando unos 20 minutos todos, menos el colombiano, nos encontramos en la estación. Compramos alguito para comer y fuimos a esperar en el andén. El tiempo pasaba y Mauricio no aparecía. Le consultamos al inspector de pasajes que estaba parado al lado del tren si había forma de esperar un poquiiiito para salir a lo que él, muy amablemente, nos dijo que podía concedernos "1 minuto".
El tiempo pasaba y el muchacho no aparecía. Faltaban cinco minutos y nos enterábamos que estaba a una parada de tranvía de distancia. Jacquelin se ofrece a fingir un desmayo en la puerta del tren, pero entre medio que hablamos esas pavadas ya se hace la hora y tenemos que subirnos. Despacito, bien despacio, nos vamos metiendo en el último vagón que tiene todo vidriado para atrás, a ver si podemos verlo llegar al gil que faltaba... Nada, nada, nada... y el tren se va.
Mauricio llega dos minutos tarde, llamadas van y vienen, policía, pasajes, etc, y se sube a otro tren, a ver si nos puede alcanzar en Dresden, que es donde cambiamos de tren para ir a Praga. Allá es otra vez la misma historia, ver si se puede demorar un poquito el tren, que no, porque viene tarde el que esperamos y bueno, en fin, nuevamente el desfasaje mínimo, mientras llega el tren de Mauricio, nosotros nos vamos a Praga. Habrá que encontrarse allá finalmente.
Tras un par de horas más de viaje, que se hizo aun más largo por intentar jugar a los juegos más aburridos y complicados que se nos ocurrían, llegamos a la estación de tren de Praga. De ahí teníamos que tomarnos el metro hasta el hostel, dejar las cosas y volvernos para la estación a buscarlo al demorado. Pero claro, no era tan fácil, tras cambiar un poco de plata (por coronas checas) vamos a la parada del metro y nos encontramos con que las maquinitas sólo aceptan monedas (que, obvio, no teníamos). Andrea, que si bien es eslovaca, hace gala de su checo yendo a una ventanilla a ver si nos pueden vender los pasajes, pero no, está cerrado. Los guasos, entonces, ven un kiosco y bueh, a comprar un chocolate y que nos den vuelto. Cuando la simpática de la señora que atiende el local nos adivina las intensiones (al segundo chocolate), nos saca rajando, diciendo que le vamos a acabar todas las monedas... Genial. El asunto es que, cinco minutos más tarde, tras releer las máquinas, pensar cómo conseguir monedas, etc, etc, las dichosas ventanillas se deciden a abrir y podemos comprar nuestros pasajes con billetes. Ahora sí, pa'l hostel.
Nuestro distinguido hostel se llamaba "Chili" y, con ese nombre tan elegante uno puede adivinar fácilmente que su principal virtud no es otra que ser el más barato que encontramos. Mi querido amigo Gabriel, referencia inevitable cuando de Europa se trata, me había contado que se había alojado ahí y me pasó algunos detalles de su cómoda estancia. No íbamos, entonces, muy entusiasmados con las isntalaciones ni los servicios, pero bueh, si bien no era la gran cosa, hay que reconcoer que estuvo bastante bien. Lo único que sí extrañamos fue el servicio de calefacción que brilló por su ausencia la primera noche y, tras haber sido "arreglado", digamos que no brilló por su presencia en las noches venideras.
Bueno, dejamos el equipaje, y salimos de vuelta, marcha atrás, a la estación de tren. Para esta altura ya somos unos cancheros bárbaros en el metro, llegamos sin problema y encontramos a Mauricio. Emotivo reencuentro, saltos, abrazos, lágrimas, pero hambre, así que nos vamos a comer por ahí. Tras probar las virtudes del servicio checho en un primer restaurant (digamos que al cabo de 40 minutos no habíamos podido pedir nada), probamos suerte en un segundo, donde si bien el personal no derrochaba más simpatía, bueh.. zafaba. Andrea brilla por su checho nuevamente traduciéndonos los menús, qué acierto haberla invitado! Bueh, comemos y nos vamos pa'l hostel, que al otro día empiezan las actividades temprano. Tan temprano que a las seis am llega Ana, amiga de Mauricio que viene a completar el contingente.
A decir verdad el resto de los días no merece un relato demasiado exhaustivo. Fue andar por la ciudad conociendo los principales puntos turísticos y probando los diferentes restaurantes de comida china de Praga. Racha que se cortó por fin el dia que salimos a comer con la hermana de Andrea (residente allí) y nos llevó por fin a comer comida checa.
El primer día visitamos el centro viejo por la mañana y después de comer la parte nueva. El segundo fuimos al castillo, sus alrededores y Mala Strana. El tercer día, por último, anduvimos en funicular hasta un mirador y luego nos cruzamos todo el centro hasta el barrio judío.
Yo había estado en Praga, según mis cálculos, hace nueve años y medio. Siempre la recuerdo como uno de los lugares más lindos que he conocido y ahora no hice más que reafirmarlo. Fue una mezcla de conocer algunos lugares nuevos, ir a otros que recordaba y andar por zonas que de golpe se me hacían conocidas. Así que bueh, en líneas generales, estuvo muy lindo el viaje.

A continuación algunas fotos y de bonus track, más abajo, un coro de ángeles interpretando la banda sonora del viaje, inspirada, claro está, en lo último de Joaquín.










Saludos y hasta la próxima

Welcome

A decir verdad, y perdón por arruinar la sorpresa, hoy tocaba el Post dedicado al viaje a Praga. Pero por razones de fuerza mayor he decidido aplazar el mismo por unos días y escribir este otro que será de contenido mucho más breve seguramente, pero está cargado de importantísimas novedades.
Todo empezó ayer, a la vuelta del mencionado viaje. Como no podía ser de otra manera cuando estuve de regreso en mi departamento lo primero que hice fue ir al baño. Y como buen odiador de mi vecino me puse a examinar qué tan sucio estaba. No se notaba particularmente antihigiénico la verdad, pero sí estaba totalmente vacío (sin su vaso y cepillo de dientes, digamos). Hacía unos días lo había visto sacando dos bolsas llenas de porquerías de su habitación y luego ya no estaban su par de pertenencias en el baño. Me ilusioné con que se había ido! Pero ayer, unas horas más tarde, mientras estaba en mi pieza siento que abren la puerta y voces en alemán... Lo primero que pienso "bueh, por fin hizo algún amigo".
Anoche vuelvo a casa y me encuentro con un plato, cubiertos y una tablita en la mesa, más un toallón en el baño. Y hoy a la mañana, cuando salgo, había mágicamente una tostadora y una cafetera en la cocina, más un estuche con cosas de limpieza en el baño. Dos hipótesis: o tenía un nuevo compañero o el austríaco se había chiflado y había decidido comportarse como un room mate normal. Me fui pa' la facu y me quedé pensando en qué pasaría... Seguí maquinando e intentando atar cabos, ayer encontré la puerta sin llave dos veces (cuando Patrick era un maniático de las cerraduras), pero por el otro lado su toalla de las manos estaba aun en el baño y, claro, no podía irse sin decir ni chau! o el nuevo no podría haber venido sin decir hola...
Pero bueh, la cosa es que hoy al medio día Thomas me invita a comer a la casa y cuando vuelvo, mmm... ruidos en la cocina. La puerta sin cerradura y la hora de la verdad... (suspenso)... Un desconocido en mi cocina! Apretón de manos y presentación de rigor y nos quedamos charlando un buen rato. Mucho más de lo que hablé en estos dos meses con el austríaco. El sujeto en cuestión se llama Thomas, es alemán y estudia y trabaja. Unos meses estudia en Magdeburg (si mal no entendí) algo relativo a electromecánica (no pedir más precisiones, sivuplé) y otros meses trabaja acá. Así que lo tendré de compañero hasta marzo según parece.
Así que bueno, no se ofenda Praga, pero las urgencias que impone la realidad me obligan a romper con la cronología. Por lo pronto, un melancólico festejo de despedida de Patrick. Ya habrá tiempo de analizar los pros y contras del nuevo compañero, pero bueh... peor no puede ser (no?!...)

Dresden (o la vida sigue)

Y sí... es difícil. Berlín fue un hito para este blog. Como bien presagiamos, marcó un punto de inflexión, un antes y un después... Pero qué nos epera, justamente, en este después?
La magia, la emoción, la novedad, todo va quedando atrás y uno va volviendo a la rutina. Leipzig ya tiene pocas cosas nuevas, es cada vez un poco más la casa, el hogar y, claro, la rutina. Las primeras veces son cada vez más esporádicas y los grandes hitos se ven reducidos a pequeños eventos de la cotidianeidad. Qué puede esperar el lector, entonces, encontrarse acá?
La verdad que no lo sé, pero bueno, la vida sigue y, por lo tanto, habrá que hacer de tripa corazón, magnificar los primerizos detalles y aprender a venderlos como lo que no son, o aun mejor, como lo que pretenden ser.
Así, puedo decir que en estas semanas no pasó quizás demasiado, pero tampoco para nada poco. Me tocó pasar lejos el cumpleaños de dos muy queridos amigos, cosa bastante rara por cierto, salió el disco nuevo de joaquinito y tuvimos paseito. La Lu y el Gabi, Vinagre y Rosas y Dresden, respectivamente...
Como de lo primero no sé mucho y de lo segundo no podría hacer mucho más que recomendarlo, creo que pasaré a centrarme en lo tercero.
Dresden es una ciudad que tiene aproximadamente la misma cantidad de habitantes que Leipzig, pero a diferencia de nuestra ciudad, aquella es la capital de Sajonia (la "provincia" donde estamos). La ciudad fue bombareada duramente casi por el final de la segunda guerra mundial, sin objetivo militar aparente y tardó muchas décadas en reconsruir algunos de sus principales símbolos (como por ejemplo la emblemática Frauenkirche, tuvo que esperar hasta después de la reunificación). Había escuchando muchas veces que era una ciudad lindísima, así que estaba muy contento de ir. Aprovechamos que el miércoles había algún feriado (vaya uno a saber por cuál motivo), así que pa'llá nos fuimos. El equipo: los latin american four + Dana. Para aquellos interesados en los detalles, les cuento que nos tomamos un tren, sacando un pasaje que sale muy barato: por unos 27 euros (si mal no recuerdo), pueden viajar cinco personas juntas y el ticket es válido hasta las 3am de esa misma noche. Así que uno toma 27, lo divide en cinco y, nada por aquí, nada por allá, tiene el precio del viaje ida y vuelta.
Sobre el paseo en sí no hay mucho que contar. Nos la pasamos caminando por la ciudad que, como pudimos comprobar, es efectivamente lindísima. Leipzig queda chiquita al lado del centro histórico de Dresden. Su servidor hizo de guía y eso le ha valido no sé cuántas fotos observando el mapa con rostro de perdido (fotos que, censura de por medio, jamás verán la luz en este hiperoficialista blog).
No creo que valga la pena ponerse a comentar sobre los principales atractivos de Dresden, pero sí me llamaron la atención algunos detalles de la ciudad que nos hicieron considerarla un tanto feminista. Por un lado, como bien recordarán los lectores fieles, por estos lados de Alemania los semáfotos suelen tenes al simpático señor de sombrero conocido como el Ampfelman (hombre del semáforo, si mi alemán no me falla). Pues bien, en Dresden uno se puede encontrar no sólo con estos, sino también con unos cuantos semáforos con "Ampfelfrauen". Después, al frente del Rathaus, hay una estatua dedicada a las mujeres trabajadoras. Por último, un mural grande y bonito, de la época socialista también, tiene como centro a una proletaria.
De lo mencionado y el resto de las hermosas vistas de Drsden acá les quedan las imágenes:


(Las Ampfelfotos son gentileza del Media-Man T. Sparrow -se le agradecen, por cierto.)

Y un par de videillos parnorámicos:






Y bueno, el paseo estuvo muy lindo, se hizo de noche temprano, tomamos el tren de las 18.20 y, tras alguna demorilla por motivos desconocidos para mi poco alemanezco oído, llegamos a Leipzig. Y c´est tout!

Ahora bien, para terminar el post con el mismo espíritu minimalista con el que empezó, les dejo una perlita de la vida cotidiana en Leipzig. Algún que otro memorioso recordará a prima y mis clases de español. Bueno, ahora se nos sumó Annie y, con lo buenas que son, nos regalaron esta dramatización:



Saludos, y hasta pronto!

Tríptico

Lunes 9
Finalmente llegó el día D del viaje. Si bien ya habíamos hecho una suerte de previa los días anteriores, el gran evento gran era hoy. Pero claro, no empezaba sino hasta las siete, así que había que ocupar en algo la primera parte de la jornada. Empezamos el día por la misma zona donde lo temrinaríamos, en las inmediaciones de la puerta de Brandemburgo.



El primer punto de nuestro recorrido, entonces, fue el Monumento del Holocausto. Es como una especie de manzana completa llena de bloques que van variando en tamaño. Pasan de estar al nivel del suelo a duplicar la altura de uno, mientras que al mismo tiempo el piso tampoco es liso, sino que tiene desniveles. A medida que uno se va metiendo para adentro es cada vez más profundo y termina pareciendo un laberinto. Si bien estando allá no terminé de agarrarle la onda al significado, ahora estaba leyendo y dice que quiere representar "un sistema supuestamente ordenado que ha perdido contacto con la razón humana." Un par de videos del lugar:





Terminado el paseo por entre los bloquecitos estuvimos unos minutitos buscando "el bunker de Hitler", pero al encontrarlo nos topamos con que no había un joraca, nada más un cartel con algunas explicaciones (Anto, después te paso las fotos). Así que media vuelta, cruzamos la calle Hannah Arendt y seguimos para el lado de la puerta de Brandemburgo. Para esto fue necesario volver a nuestra ya conocida calle de los dominó y meterle de nuevo para el lado del escenario. En eso estábamos cuando de repente aparece una nube de policías y señores de negro. Con su habitual amabilidad y buen modo, le piden a la gente que polulaba por la calle que por favor se muevan hacia un costado. Yo, muy inteligente, saco mi cámara listo para tomar a la celebridad que venía... pero nunca la vi, ouch! De todos modos, hay una segunda oportunidad, porque la doña se sube al auto. Sin ver un ocote traté de grabar y si usted tiene buen ojo y mucha atención quizás pueda ver por unas fracciones de segundo a Hillary encarando para meterse al coche.



Superado ese momento de cholulismo seguimos el camino hasta la puerta. Por-su que estaba rodeada de vallas, porque allí estaría el escenario más tarde, le daban la vuelta los dominós y había gente ya guardando un lugar para dentro de unas siete horas. Tras la foto de rigor seguimos para el Bundestag, que queda bastante cerquita. Otras fotitos de rigor del Parlamento y, claro, nos tocaba ir a comer ya. A todo esto el grupo ya se iba reduciendo. Tayse y Thomas pa'l centro de prensa (son los siempre-acreditados periodistas del grupo), Andrea y su novio a hacer un paseo en barco y Tito, merece una oración aparte. Nuestro querido venezolano más que periodista es un Paparazzi. La noche anterior no nos había acompañado al bar porque había ido a colarse al hotel donde se hospedaban varias figuras del fin de semana. Tras engañar al guardia de la entrada(con la complicidad, seamos sinceros, del serio periodista Sparrow) pudo meterse y darse el gusto de tomar un café viendo a Kissinger y Hillary. Ahora bien, todavía le quedaban un par de figuritas para el album, así que sin importar que faltaran seis horas para que comience el acto, Tito nos abandonó para poder estar en la primera fila. Los pocos restos de grupo (Mickael, Dana, Mauricio et moi) nos fuimos a comer a la Estación de trenes.



Después de una fantástica variedad de pescados fritos seguimos camino para "La isla de los museos". Y sí, como usted bien pensó, no hace falta tener más de dos dedos de frente para saber de qué se trata, el nombre lo dice todo. Una isla, varios museos.



Estuvimos dando una vueltita por las afueras de los mismos y después fuimos hasta la catedral, que está muy cerca. Seguimos caminando por la calle principal (Unter den Linden) y ahí pasamos por una especie de "templo" en homenaje a las víctimas del holocausto. En mi opinión era bastante impactante, era un edifico al que se entraba y no había nada, sólo una estatua (que recuerda a La Piedad) en el medio del salón y luz que entra desde arriba. La calle en cuestión es larguísima, y allí se encuentran muchos puntos de importancia de la ciudad. Tras caminar unos cuantos metros nos volvimos para el lado del hostel, donde muy cerquita se encuentra una iglesia que fue casi totalmente destruída en guerra. Ahora sólo quedan los restos, pero por dentro se encuentra muy bien conservada y tiene unos mosaicos muy lindos. Además, en un apéndice que tiene al costado, se encuentra un cristo que me pareció un tanto curioso.



Después de tanto turismo y caminar los guasos necesitaban a) comer algo y b) hacer un poco más de tiempo. Si bien quedarían dos horas, no sonaba muy tentador ir a quedarse guardando lugar abajo de la lluvia y el frío. Así que nos zampamos en un Dunkin Donuts (creo que así se escribe) que tenía un comodísimo sillón. En un tiempo record de más de una hora comimos un par de "rosquillas" con café, dormitamos un poco y bueh, ahora sí, nos fuimos para el evento. En el metro nos dimos cuenta que no eramos los únicos que queríamos ir, y nos encontramos con un montón de gente.



Tras caminar un poco llegamos a la conclusión de que no ibamos a quedar cerca del escenario de ninguna forma, así que buscamos acomodarnos lo mejor que pudiéramos cerca de una pantalla gigante. Y dimos en la tecla. Porque algo que me llamo sumamente la atención fue que el acto entero estaba hecho en su totalidad para la televisión. Las cosas sucedían en lugares distintos (no sólo el escenario principal), entonces no había forma de que ningún concurrente pudiera observar todo lo que ocurría desde su lugar. El formato era sumamente televisivo, había un conductor del acto, entrevistas, sub conductores en otros puntos de la ciudad que se comunicaban y pasaban la bola entre sí. Es más, las tomas, movimientos de cámara, ángulos, todo correspondía a una especie de show de tele. Quizás en otros lados sea común que así suceda, pero a mi me llamó mucho la atención. En Argentina me parece que los actos ocurren en un escenario y las cámaras se dedican a cubrir lo que ahí pasa, adaptándose a ese formato. Acá me dio la impresión de que fue exactamente al revés, el formato era televisivo y los hechos se adaptaron a eso. Un claro ejemplo fue doña de Clinton que, luego de decir sus palabras, dijo "acá les traigo un mensaje del presidente Obama" y nos apareció un video con el nobel hablando.
En líneas generales el acto estuvo lindo. Por ahí estuve un poco de cara cuando no le enganchaba el alemán, pero bueh, se entendía lo que pasaba. Eso no le sucedía a los alemanes, claro, que si bien hubo varios discursos y palabras en lenguas extranjeras, el acto tenía traducción en simultáneo para toda la gente en la calle!
Era increible, por otro lado, pensar que uno estaba ahí, tan cerca de tanta gente importante, en un lugar con tanta historia. Eso fue algo que me dejó un poco impresionado durante el fin de semana: después de años de leer a Giddens y hablar sobre él, citarlo, discutirlo, lo veo dar una conferencia, lo puedo tocar, hablar, sacarme una foto; otro día voy caminando por la calle y me piden que me corra para que pase Hillary Clinton y ahora estaba parado entre una multitud, en Berlín, en el acto de los 20 años de la caída del muro (muro cuyos restos ya había podido ver, cuyo recorrido antiguo habíamos encontrado)donde estaban Gorvachov, Walesa, Zarkozy, Merkel, Brown, Medvedev, etc, etc. Era de golpe como estar en un cuento, en una irrealidad shokeantemente real, todo lo que habitualmente leía, veía por la tele, estaba ahí, vivo y moviéndose. Perdón si exagero, pero la verdad que pensarlo así se me hizo un poquito impactante.
Peor bueno, volviendo al acto y la cobertura para trotamundosblog, les puedo ofrecer algún que otro material. Primero, pa' que vean el panorama general: lluvia, frío y paraguas por todas parte, pero claro, paraguas ajenos, ninguno propio. Luego tengo un pedazo en el que entran los presidentes protagonistas de la noche (representando al país anfitrión y las fuerzas de ocupación), y otro que se hace medio largo, pero que al fin logra capturar los dominós cayendo:







Después de los ladrillitos que se iban cayendo empezamos a calcular: empapados + cagados de frío + que no quedaba nada muy importante + una decena de imbéciles italianos borrachos al lado = decidimos irnos.
Volvimos a nuestra zona, nos compramos una comida china al paso y la comimos en el Hostel. Con el cansancio y todo Tayse nos insistió en ir a un "boliche", invitación que acepté con poco entusiasmo y con ella y Mauricio fuimos.
El lugar era una especie de cosa "under" y alternativa, pero al mismo tiempo daba toda la impresión de ser un lugar re conocido y de moda. Una especie de under cool, digamos. Tenía como cinco pisos en total y todas las paredes, escaleras y demases estaba decoradas con pintadas, grafitis, dibujos, etc. Los primeros pisos eran la pate artística del lugar, habían pinturas, dibujos y merchandising onda pop art o hasta artesanías no muy distintas a las que se encuentran en la plaza de Argüello un fin de semana. Un panorama para los lectores:



Bueno, al final llegamos al quinto y último piso donde había una especie de bar y música. Unos lindos y limpios sillones para sentarse, pero claro, era una especie de terraza, todo abierto, así que mejor no sacarse la campera porque estaba para cagarse de frío. Uno se enocntraba con varios personajes un tanto curiosos (dicho sea de paso, ahí nos encontramos también con nuestros amigos Erik y Max) que según lo que hubieran bebdio y/o consumido, podían salirle a uno con una serie de huevadas distintas. Por lo pronto la pregunta que más escuché en la noche era la de "do you have paper?" Se ve que el ambiente inspiraba a escritores, o que habían muchos resfriados, no sé...
Un párrafo aparte lo merece el baño de Tacheles. Por dios... creo que nunca en mi vida había estado en un lugar tan asqueroso. Aquellos que me conozcan sabrán de mi manía para evitar baños públicos, pero bueno, tras unas cervezas no me aguantaba más y tenía que ir. Llego a la puerta y tuve que esperar como unos 10 minutos (probablente no hayan sido tantos, pero se me hicieorn eternos) hasta que se abrió y salieron tres muchachos del baño (no me pregunten qué hacían, pero no podría ni imaginarlo). Un baño mínimo por cierto, con todo el piso "húmedo" y con tonos marrones por todas partes. Para colmo: la tapa del hinodoro baja. En fin, tras levantarla "con una uña" pude cumplir mi objetivo y salí corriendo lo más rápido que pude. No es un episodio de mi vida que quiera volver a recordar.
A modo de despedida de Tacheles les dejo estos últimos videos. En el último se puede apreciar a Alesh, un esloveno que andaba solo y borracho y, tras enamorarse de Tayse, no tuvo mejor idea que apencársenos el resto de la noche. Es más, ni cuando nos volvíamos para casa nos los podíamos sacar de encima. Se ve que el alcohol le impedía captar mis sutiles intdirectas cuando, por ejemplo, le decía "qué hacés aun con nosotros, tendrías que haberte ido como hace media hora". Pero bueno, nos dimos cuenta que no se puede esperar mucho de alguien que creía que éramos ingleses...





Tras descubrir cómo tomar un colectivo que nos llevara al hostel y que Mauricio le sugiriera con sutiles y convincentes argumentos a Alesh que se bajara en Postdamerplatz, nos lo sacmos de encima y pudimos llegar al hostel. Dormimos unas regias dos horas y nos levantamos bien tempranito para volvernos. El tren salió a las 8 de la mñana de Berlín y llegamos a eso de las 9.30 a Leipzig con tiempo suficiente para volver a la residencia, dejar las cosas, utilzar 30 minutos para lo que uno más quisiera (o necesitara) y picárselas para la facu. Porque, claro, sí, sí, a las 11 de la mañana teníamos clase. Que no todo es joda en la vida, y que somos gente muy responsable!

Domingo en Berlín

Prefacio a la segunda entrega
Lo prometido es deuda, y ante el container de cartas recibidas y el colapso de líneas telefónicas se ha decidido contentar a la audiencia lo antes posible y publicar as soon as possible esta segunda parte.
Como corolario de esta introducción, simplemente advertirle al usuario de blogtrotamundos.com que esta no es una entrega más. La misma podría ser considerada un momento de dramático quiebre en la historia de los blog del mundo (o al menos en la de este). Palabras, sonidos, imágenes, movimientos, letras… todos los estímulos a nuestro alcance hasta ahora (prometo que estamos trabajando en los olores para la próxima) han sido incluidos en este post para el deleite sensorial de los fieles seguidores. Pero no sólo eso, reconocida mi abundante ignorancia en lo que respecta a Berlín y sus principales atractivos, he tenido que desembolsar una buena suma de euros para poder contratar a los más prestigiosos especialistas en el muro, la guerra fría y demases hierbas. Profesionalismo y compromiso en su máxima expresión.
Así que, damas y caballeros, ladies and gentlemen, familiares y amigos, ajusten sus cinturones, afilen sus sentidos, agudicen el ingenio y prepárense para hacer historia.

Domingo 8
El domingo empezó lo más temprano que se pudo y tras un viajecito llegamos al East Side Gallery (no sé cómo se dice ni en alemán ni en español). El nombre no revela demasiado la verdad, así que paso a explicar. El asunto se trata de una buena cantidad de metros de muro que corren paralelos a una calle. El mismo está dividido en muchos murales, en su gran mayoría alusivos al mismo muro (autoreferencia en su máxima expresión, claro está), mientras que algunos otros hacen referencia a momentos históricos relativos o algún que otro mensaje social. Como se podrán apreciar, la verdad es que están muy buenos, así que nos demoramos un buen rato viéndolos todos.
Considerando esto último y sumando a que no somos muy madrugadores, pronto se hizo la hora de comer. Otro döner pero ahora con un heladito de postre y listo pa´ seguir.





El próximo punto fue el célebre check point Charly, punto de control yanquilandia durante la ocupación de Berlín por parte de los ganadores de la guerra. El lugar no es mucho más que una casillita, por lo que a la vista no es mucho muy impresionante. Estaba rodeado de vendedores de “souvenirs comunistas”, así que como no quería parecer tacaño me compré un prededorcito con el escudo de la RDA. A continuación algún interesantísimo material audivisual.





Después de espantarnos por el precio del museo de Charly, Mauricio nos propuso ir a un “museo al aire libre”, llamado “topografía del terror”, su principal atractivo era la gratuidad, así que p’allá fuimos. Eso sí, en el camino tuvimos tiempo para esta interesantísima explicación:



Unos no muchos metros más tarde nos encontramos con la dichosa topografía del terror, a primera vista realmente que nos asustamos...



Y a segunda vista, a decir verdad, quizás no estábamos tan equivocados. El lugar se trataba de una serie de carteles con fotos e información sobre datos históricos. Después del interesantísimo recorrido ya no tenía más dudas… había entendido por qué la exposición era gratis.
La noche llegaba, pero el día aun no se acababa. Caminando unos metros más llegamos a Postdamerplatz, una plaza muy bonita en una zona muy top. Tenían una feria donde vendían muchas huevadas y, por-su, vinito caliente. Recargamos pilas con esas tacitas y seguimos caminando. Ahí muy cerquita está el Sony center, una especie del colmo de la tecnología en Berlín según me explicaron. La verdad que más allá de un techo muy bonito, no tiene mucho pa’ joder, pero bueno, eso lo dice un analfabeto tecnológico, así que tomadlo como de quien viene.






A la salidita de ahí nos encontramos con el principio de una de las ristras de dominó que había por la ciudad. Claro, claro, no olvidemos que al otro día era la celebración de los 20 años de la caída del muro, así que todas las piezas de dominó gigantes estaban ya puestas en su lugar. Las mismas estaban todas pintadas con motivos alusivos. Algunas por artistas, otras por chicos de escuelas y otras… eh… por auspiciantes. Tenía cierto aire a la ya mencionada gallery, en cuanto que habían algunos dibujos que estaban muy buenos y, claro, eran alusivos al mismo tema.





El asunto es que nos pusimos a seguir las fichas de dominó hasta la puerta de Brademburgo, escenario del gran acto gran. En el camino, las pantallas gigantes muestran a Bon Jovi cantando, lo que emociona a Tito y nos hace por poco correr hasta la primera valla contenedora de público. La canción se acaba rápido y al rato el acto continúa… errores, repeticiones, poca claridad… y los guasos se dan cuenta de que estaban en medio del ensayo. Después de estar parados como unos giles ahí un rato nos volvemos todo el caminito de dominós hasta la Postdamer.
Para esta altura el hambre era moneda corriente y la tensión crecía. Sí, veníamos a celebrar el principio del fin de la guerra fría, pero a su vez éramos testigos de una nueva disputa. No política, no ideológica, no económica, pero gastronómica. Chávez quería pollo frito, Lula pasta… no había acuerdo. Zarkozy estaba llegando tarde, así que mientras lo esperábamos Uribe se hacía el boludo con el teléfono y Cristina miraba para otro lado sacando fotos y grabando videitos (no conozco al presidente de Eslovaquia ni a la primera dama, pero bueh… sepan disculpar) Ah, claro, para colmo de males, ante la falta de decisión el premio nobel de la paz se ponía un poquito ansioso. El resultado: tras media horita de caminatas, idas y venidas, los guasos comieron en McDonalds y todos (o ninguno) contentos.



Un buen combo de trencitos después nos volvimos pa’ las casas. Pero antes, claro, pasamos por un pub irlandés que no habíamos podido encontrar la noche antes. El lugar estaba muy lindo y además había música en vivo. Genial. Y, por cierto, fue muy educativo. Mirando a la carta de bebidas en Alemania uno suele encontrarse con los tamaños, generalmente las dos opciones para las cervezas en chop rezan: 0,3l o 0,5l. Esta no era la excepción. Pero estando en un bar irlandés, cómo no mirar el Baileys: 0,4cl. Cero coma cuatro?? Y sale sólo un euro más que la cerveza grande?? Quedará a discreción del lector descubrir quién fue la mente brillante que creía estar pidiendo casi medio litro de Bailey’s por cinco euros…

Ahora que el blog ha incorporado algunos elementos televisivos no podemos escapar de su lógica del suspenso. Sí, sí... cuando el lector se esperaba el momento cúlmine del viaje, la celebración del 20° aniversario... ZAS! Los créditos... Paciencia, que en la tercera y última entrega terminamos con todo.
Saludos y gracias por la compañía.

Berlín, primera entrega

Estimados lectores, sepan disculpar el prolongado período de ausencia. El autor de este blog, en su firme compromiso por mantener la calidad de su producto, ha debido tomarse un par de semanitas para realizar los esfuerzos de producción necesarios para la presente entrega.
Tras tanto tiempo de vacío, el muy extenso relato de hoy quizás parezca más que excesivo y desproporcionado. Quizás lo sea. Pero bueno, muchachos, aprovechemos mientras haya y a leer…


Objetivo: Berlín
La conciencia torturaba ya cada vez más cuando leía el título del blog “trotamundos”. Bueno, venga, que si con habernos ido a Leipzig queríamos hacernos los trotamundos… mejor buscar otro nombre. La verdad que contemplé la posibilidad por un par de días, pero ante la falta de ideas terminé de concluir que mejor hacerle honor al nombre e irse de viajecito.
El asunto surgió así como quien no quiere la cosa, tomando algún cafecito en el bar de la facu. Teníamos el lunes 9 de noviembre, por un lado, con el 20 aniversario de la caída del muro y, como incentivo adicional, el viernes disertaba sobre el cambio climático el mismísimo Sir Anthony Giddens. El denominador común: Berlín. Así que bueh, tras un par de semanitas de organización armamos un nutrido contingente de la facu y para allá nos fuimos.

Viernes 6: La salida
El viernes, después de clase, salimos. Algunos fuimos en autos de compañeros (yo por ejemplo viajé en el auto del novio de Andrea) y otros con autos de desconocidos. Para aquellos que como yo hasta hace unas semanas son medio ignorantes de la vida cotidiana en Alemania, les cuento que acá es de lo más común llevar a desconocidos. Un leipziger se tiene que ir a Berlín, entonces pone un avisito en Internet diciendo cuántos lugares disponibles tiene en el auto y cuánto te va a cobrar por el viaje. Por lo general termina siendo muy barato, porque más que buscar ganancia se aspira a cubrir los gastos de la nafta.
Como luego de dos horas de viaje, llegamos finalmente a Berlín. Nos fuimos directo pa’ l hostel que responsablemente habíamos reservado con anterioridad y, tras apurarnos un poco, salimos corriendo para la conferencia de Giddens que ya empezaba. Para los que no lo conozcan, el muchacho es, según mi humilde opinión, el sociólogo vivo más conocido. Y es, por cierto, un viejito al que hemos que tenido que leer bastante durante la facultad. Una vez ahí, entonces, fue un tanto raro pensar que estaba viendo y escuchando al guaso que tanto había leído. Era como que el papel había cobrado vida.
El asunto es que una vez terminada la conferencia no queríamos perdernos la posibilidad de robar una fotito con el viejo. Cuado llegamos a sus inmediaciones nos encontramos con que ya estaba rodeado de gente, así que esperamos un rato… y otro rato… y otro rato… y bueh. A la bosta. Nos fuimos para afuera donde, como siempre, había alguna comida esperando a los concurrentes. Después de entrarle a un “pretzel” (o como se escriba) con una regia copita de agua, me fui a asomar de vuelta a la sala de la conferencia. Y ahí venía Tony! Cámara en mano me quedo cerquita, el viejo venía hablando así que apenas le toco el codo con un dedo, me dio cosa interrumpir, pero el buen amigo se da vuelta, le muestro la máquina y, sediento de flashes y estrellato, el buen Anthony no tiene problemas en posar abrazado y comentar sobre su última visita a Buenos Aires, sus amigos de centro izquierda y lo lindo que es Buenos Aires. Un tipazo el Giddens ese.


Juan y Giddens (un solo corazón)


A la salida de la conferencia, un pedazo de muro.

Y como no todo el tiempo todo puede ser cultura e intelectuales, de la conferencia salimos rumbo a casa de nuestra querida amiga brasileira Janaina, quien hace ya un par de horas puso a su pobre esposo Antonio a cocinarnos. Jana se vuelve a Brasil próximamente, así que era su despedida acoplada con el cumpleaños de Andrea que tocaba el sábado. El menú: Feijoada y algo que no sé cómo se escribe pero que sonaba a “coshiña”, acompañado todo esto, of course, de caipirinha. Pero claro, que también teníamos de postre brigadeiro. Sin palabras!
Tras estar un buen rato de festejo ahí, una simpática alemana de mexicano español se ofrece a llevarnos a una fiesta. Por qué no? Bueh, principalmente podría decirse que no al enterarse uno que va a tardar como una hora en llegar tras tomarse dos trenes y caminar media hora. Pero claro, eso no lo descubre uno sino hasta que llegó al destino. Por qué no? Porque uno si supiera con anterioridad la pinta de antro del lugar al que está yendo, tranquilamente podría decidir tomar camino para otro lado. Pero claro, uno no se entera de que eso es antrezco sino hasta que se encuentra subiendo unos tres pisos por unas escaleritas rocoquescamente decoradas con pedacitos de botellas rotas por todas partes o cuando entra y descubre que no es un lugar bailable, sino el departamento de algún pobre víctima que tendrá que ponerse a limpiar todo al día siguiente cuando la resaca desaparezca. Al margen de hacerme el fino criticando el lugar, hay que reconocer que nos quedamos un buen rato ahí, hasta bastante tardecito. Nos unimos a la moda del lugar y nos pegamos unos espejitos en la cara (que, a pesar de ciertos rumores esparcidos por la CIA no tenían LSD en el pegamento – fucking Google translator-). El camino de vuelta al hostel fue larguísimo, como tres trenes nos tuvimos que tomar y hasta Mickael nos hizo entrar en delirio paranóico haciéndonos bajar de un tren para ahorrarnos un reto del inspector por no tener pasajes. Terminamos llegando por fin a las ocho de la mañana a nuestras musicales camas del hostel. Pleno día era ya, la pieza ultra iluminada y claro… no se extrañe si no podía dormir.


Volviendo


Sábado 7
Bueh, el sábado ya llevaba varias horas a decir verdad, pero hacemos de cuenta que empieza acá. A los puristas de los cambios de días y las horas, los invito a retirarse.
El asunto es que tras estar un par de sextenas de minutos sin poder dormir me fui a dar una vueltita con Dana y Tito. Pero antes del paseo, claro: una duchita. El baño del hostel parecía inspirado en un campo de concentración. Cinco cubículos uno al lado del otro, que deben haber tenido un metro cuadrado cada uno. La mitad del frente hecho de material, como las paredes, y la otra mitad restante, algo así como una ranura para entrar... ni una cortinita! Así que bueh, ducha rápida y de paseo un ratito por ahí nomás y desayunar alguito.
De vuelta en el hostel la mayoría seguía durmiendo y yo, de puro ubicado nomás, no quería despertar a nadie, así que me uní al subequipo sajón: Max (Alemania), Hanna y Erik (EEUU), quienes se iban a ir al museo de la Stasi (la policía del estado de la RDA). Parecía interesante así que después de comer un fantástico Döner (comida turca que se encuentra por doquier en Alemania) emprendimos un ETERNO viaje hasta el famoso museo.
En Berlín da la sensación de que todo queda lejos. La ciudad es enorme y para ir a cualquier lugar uno le tiene que poner como mínimo media horita y algún cambiecito de tren. Tren digo genéricamente. Hasta lo que mi cabeza me permitió entender, hay tres medios de trasnporte en la ciudad: los tranvías, como tenemos en Leipzig, el subte y otros que vendrían a ser como unos “trenes urbanos” o trenes de cercanías según me dijo Thomas. El asunto es que en nuestra simpática ida al museito de la Stasi nos conocimos todos y cada uno de estos servicios.
Más vale tarde que nunca, llegamos, nos conseguimos una simpática guía de habla inglesa y nos hicimos el recorrido por este lugar. Ahí funcionaba una cárcel donde se encerraba, torturaba e interrogaba a presos políticos. La existencia de este lugar era desconocida para el común de la gente, ni siquiera figuraba en los mapas. En la primera foto está marcado el límite del área de exclusión que rodeaba al complejo.





Quizás el ver la reconstrucciones de los lugares no era tan interesante como los datos históricos que iba tirando la guía.
Terminada la visita seguimos hacia Alexanderplatz, una plaza super famosa que la verdad no tiene mucho pa’ joder. Muy grande, modernosa, y con la famosa torre de televisión. Tras dar una vueltita nos fuimos a tomar un café por ahí a un bar italiano y a comer, por último a un restaurant chino. Después de tan largo día me reencontra, por fin, con mis viejos amigos. Nos fuimos a tomar una cervecita por ahí y después a la camita, que mucha falta me hacía.



Bueno, habiendo llegado a la mitad del viaje me parece buen momento para cotar el racconto. Como se enterarán en la segunda entrega, estoy cagadazo de sueño así que la cabeza ya no me da pa’ seguir escribiendo.
Eso sí, no se pierdan lo que sigue, que viene con abundante material multimedia, en exclusivo desde Berlín.
Saludos a todos y…
CONTINUARÁ…

Wochenende

Al mejor estilo García Márquez en Crónica de una Muerte Anunciada voy a empezar este post por el final. Hoy estuve toda la mañana aburridazo, sin nada que hacer y no me puse a escribir el resumen del fin de semana (Wochenende) por un solo motivo: que a la noche íbamos a ir a jugar Badmington y no quería dejar fuera del resumen tan único evento.
La cosa es que salimos en plena noche (19.30), bajo la lluvia y dos tranvías más tarde estábamos en el lugar de los deportes. Es una especie de edificio enorme, viejo y muy lindo, donde uno jamás se imaginaría que tras las puertas hay canchas de las más diversas cosas. El tema es que cuando llegamos a la puerta que nos tocaba nos encontramos con un montón de alemanas en shortcitos y raqueta en mano, esperando ansioso para jugar. Los muchachos había llegado por lo menos una hora antes para anotarse y ya no quedaba lugar... Toda una decepción.
La cosa es que nos quedamos boludeando un rato en el pasillo y Jing, un compañero chino que hace no sé qué arte marcial me preguntó si podía intentar tirarme. Yo, mansamente, acepté. La cosa es que efectivamente me tiró al piso. Le pido revancha, y tras resistirme a la primera maniobra sigue un forcejeo y de repente... una mano media impúdica en las zona trasera me hace dar cuenta que ese juego no es lo mio y me retiro. Suficiente deporte por hoy.

Pero bueno, ahora sí podemos ir al principio. He descubierto una Argentina este fin de semana! El viernes me presentaron a una taiwanesa, que tras averiguar que era argentino me dijo "Argentina" (con una seña extraña con las manos) y me contó que ella había nacido en Buenos Aires. Vivió sólo un año allá y, a decir verdad, lo único que tiene de argentina es el pasaporte. Pero le tiene cariño al país y estaba re entusiasmada. Así que cariñosamente le puse "Prima". Me pidió si le quería enseñar español y ella me podía enseñar chino. Yo le contraoferte: te enseño español y vos me hacés comida china. Trato hecho nunca deshecho aunque esté mal hecho.

Para seguir con la sintonía subcontinental el sábado a la noche fuimos con Mickael y Andrea a una "fiesta latina". Estuvo bueno, vendían un par de comidas media raras (de algún lugar de América Latina que no sería Argentina...) y la música, of course, también de la zona. El plato fuerte de la noche era un grupo de música integrado por una chica argentina, un par de chilenos y unos españoles. Estos últimos claramente hegemónicos, ya que toda la música sonaba bien gallega. Lo más emocionante fue estar rodeado de gente y entender a todo el mundo lo que hablaban! Ah... que alivio.

El domingo, por último, no podía ser menos. Hice mates y tortas fritas e invité a los amigos a probar. La mayoría prefirió ponerle azúcar y funcionó bastante bien. Respecto a las tortas fritas advertí que era la primera vez que las hacía, así que podían no comerlas si daban ocote. Pero se ve que el hambre fue más fuerte.
La nota de color de la mateada la dio Dana quien, evidentemente, no había terminado de entender de que se tratabn los mates. Me llamó al celular para avisarme que iba a llegar un poco más tarde, pero que no me preocupara porque traía un vino... jeje. (Ya sé que estás leyendo esto con el Google Translator, así que no te ofendas, es con humor, jeje).
Por otro lado, he de ocnfesar que tuvimos dos mates. El mío y el de Annie. Sí sí, la muchacha de Taiwán trajo su propio mate y hasta más yerba que yo... El primer día que la conocí me preguntó si había traído yerba, cosa que me dejó muy desorientado. Después agregó que le encantaba el mate... y ahí ya no entendía más nada! Pero claro, después todo cerraba: estuvo visitando a su novio en Argentina y ahí se enamoró del mate. Así que tenemos: caramelos vía Eslovaquia y mates vía Taiwán: qué sigue?



Volviendo al día de hoy pero por la mañana, como conté, no pasó mucho. Fui al súper y cociné. Estaba muy contento porque había encontrado una carne de chancho re barata! Algo así como 700 gramos de un pedazo de carne que se veía muy parecido a la bondiola de cerdo, por menos de dos euros! Para colmo cuando abro el paquete, fuaaa, un barandón fantástico a ahumado. Chocho,lo corté en pedazos, freezé y puse unos pedazos a cocinar. Estaba muy intrigado por saber qué era, así que me puse a buscar en internet. Ahí encontré recetas, pero no definición. Llamé por tel a Andrea a ver si sabía y, muy sabia, me remitió al diccionario. La cosa en cuestión eran dos palabras, si mal no recuerdo: Kasseler Necke. La primera no estaba, pero la segunda sí. Y se trataba de: cuello. De golpe me pregunté para qué carajo quería saber qué estaba por comer... En fin, superado el prejuicio he de reconocer que el cogote de chancho está muy bueno! (Y barato, por lo que me pondré a traducir las recetitas pronto, jeje)

Bueno, esas son las novedades hasta el día de hoy. Gracias por su lectura.
Saludos pa todos, Juan.

Pd. por cierto, mañana se cumple mi primer mes en Alemania. Así que espero actos conmemorativos en Argüello y alguna que otra plazoleta con mi busto!

Surtido

Los principales acontecimientos de los últimos días en formato de bolsillo.

Estudio
La semana pasada empezamos con las clases y ya esta semana tuve varias cositas. Ayer, entregar un ensayo y hoy, dar un oral. He de reconocer que me cagué bastante en las patas con este último asunto, ya que tuve poquito tiempo pa' preparlo y, por sobre todo, porque iba a ser la primera vez que hacía una exposición en inglés... El resultado? Mmm, ni bueno ni malo. Digamos que zafó para ser la primera vez.

Golosinas
El fin de semana último nos juntamos los compañeros de edificio a tomar y picar alguito en el depto de Andrea. La novedad allí era que estaba su novio de visita y que había traído algunas cosas para comer. Había manzanas (del árbol de su casa), algunas bebidas, unos dulces típicos de allá y caramelos. Fueron estos últimos los que me llamaron la atención. Por un lado decían "Halloween", pero viendo el envoltorio más detenidamente se veía la palabra "Espanto". Yo, súper emocionado, empiezo a decir que estaba en español, bla bla bla, nadie me dio mucha bola así que la corté. Peeeero, al rato, vuelvo a la carga sobre los caramelos, y tras ponerme a ver la letra chica encuentro: "Made in Argentina", ohhhh, emocionado empiezo a contarle a los demás y de repente.... "Arroyito - Córdoba" !!! Jeje, demasiado. De Córdoba a Eslovaquia, de Eslovaquia a Alemania, para caer en la boca de otro cordobés. Si eso no es globalización...

Guerra fría
Para aquellos que preguntan por mi vecino... Sigue siendo el mismo zopenco de siempre. Pero de a poco va irritándome cada vez más. En las extrañas ocasiones que me lo cruzo, la conversación no pasá de un "hola cómo va".
Lo que sí puedo contar es que le he descubierto un hobby: muy seguido escucho música en su cuarto y siempre acompañada por sus silbidos. Se pasa horas silbando el boludón.
El otro día mientras yo, pobre yo, limpiaba la cocina y el baño, se le ocurrió entrar, a lo que tras saludo le comenté que estaba limpiando "yo lo hago la semana que viene", dijo antes de encerrarse en su cueva... psss... veremos.
No recuerdo si conté ya o no que sus únicas pertenencias en la cocina son una ollita y una cuchara. Las mismas aparecen y desaparecen durante varios días. El asunto es que hace tres días aparecieron sucias, con letritas flotando (supongo que comió sopa de letras) en el lavadero. Tras dos días de inmutable permanencia decidí tomar medidas drásticas en represalia: anoche acabé el papel higiénico en el baño y decidí, muy enojado, no reponerlo hasta que él no lo haga. Si, lo sé, quizás sea un poco extremo, pero hay que tomar cartas en el asunto. El tema es que hoy, en todo el día, nunca apareció un nuevo rollo de papel higiénico y... como decirlo... necesitaba ir al baño. La cosa es que saqué uno de los mios, PERO no lo puse, así que de ahora en más voy a andar como un pelotudo llevando y trayendo el papel sólo para darle una lección al incivilizado de al lado.

Ja!
A ver quién adivina cómo se llama la marca económica del supermercado al frente de la residencia...

Compras, nazis y lluvia

Buenas noches (tardes) a todos mis queridos lectores. Espero que la espera hasta esta nueva actualización no se les haya hecho muy larga. He de confesar que ya esta semana empecé a tener actividades más normales de la facu, así que ya me van llenando de treas y cosas para hacer. Para colmo el jueves y viernes tuvimos unas jornadas, que si bien estuvieron interesantes, nos ocuparon todo el día. Y hoy sábado, en vez de dormir como se debe, estuvo bastante movidito.

El día emepzó a eso de las nueve, porque con Thomas habíamos quedado de ir de compras a Ikea. Para aquellos ajenos al mundo de las multinacionales, les cuento que es una especie de Easy, de origen sueco, donde venden de todo tipo de huevadas para el hogar. Se supone que ahí es el lugar más barato para comprar, por lo que, en principio, justificó la levantada temprano, el tranvía hasta el centro y el colectivito simpático que tarda unos 40 minutos en llegar hasta ahí.

Bueno, la cosa es que todavía me faltaban bastantes cosas para la casa, así que era necesario ir. Lo otro que me interesaba comprar eran las cosas para la cama. No, no, no es que sea tan hediondo de haber estado casi tres semanas sin ellas. El asunto es que las alquilé por el primer mes, pero, según cálculos que hemos hecho, termina siendo más convenientes comprarlas que seguir alquilándolas. Así que el asunto de mayor preocupación de la jornada era elegir eso. Rapidamente seleccionamos funda pa'l colchón, sábana y almohada. Pero estuvimos dos horas con el cubrecama. Por un lado, porque dedicamos una hora a tratar de descubrir si lo que nos vendían era un cubrecama y una almohada súper comprimidos en un envoltorio o, en cambio, simplemente era la funda del cubrecama y la almohada(acá venden una especie de cubrecamas blancos standars y aparte las fundas). El tema es que tras analizar los modelos exhibidos vimos que no presentaban evidencia alguna de poder ser abiertos. A lo que le sumamos que, TODOS los cubrecamas que se mostraban colgados estaban bien rellenitos. Añadiéndose por último que no entendíamos la descripción en alemán y que el nombre de los productos está en sueco. Concluímos fácilmente que se trataba de un cubrecama con una funda para almohada. Una vez aclarado eso nos dedicamos a ver doscientosmil modelos y por fin elegir alguno.

El viaje de vuelta fue un clavo, porque íbamos súper cargados de cosas, no nos daban las manos entre mochilas, bolsas, tendedero de ropa, tacho de basura, etc... Una vez llegados al centro (eran ya como la una y pico me parece), nos metimos con todo eso a la estación de trenes y aprovechamos para comer algo. Fuimos a un negocio que se llama Nordsee (adivinar qué tipo de comida preparan) y pedimos Fish and Chips (pescado frito con papas, también fritas). Estuvo muy bueno. Seguimos camino a casa, subiéndonos ahora, con toda la carga, al tranvía. El cual, no sé por qué, estaba lleno de gente borracha. Todos tenían por lo menos una botella de cerveza en la mano y más de uno llevaba dos. Por primera vez desde que estoy acá se escuchaba ruido de voces y conversaciones en el tranvía. Y sí, algún que otro eructo también.

La cosa es que nos teníamos que apurar para encontrarnos de nuevo en el centro con Mikael (Francia). El asunto es que hoy iba a haber una marcha de neo nazis en la ciudad y todos andaban medio revolucionados con eso. En oposición a esto, se había organizado una especie de contra marcha, que buscaría impedir que los nazis pudiera andar por la ciudad. El asunto sonaba cuanto menos curioso y entretenido, así que queríamos ir. Según decían había empezado al medio día, así que por eso el apuro.
Entre una cosa y la otra, subo al cuarto a dejar las cosas y Thomas me llama... Razón: su cubrecama no era cubrecama, sino funda. Resignado, y quizás ingenuamente ilusionado, voy a abrir el mío. Creo que no hace falta aclarar cual fue el resultado.

En fin, bronca de lado, nos fuimos pa'l asunto este. Después de tomar un par de tranvías y caminar un buen rato con la guía del francés, nos acercamos a la zona. Es fácil de darse cuenta porque empezamos a notar que hay policías por todas partes. Pero es demasiado tarde. Según nos chusmean algunos conocidos que vamos encontrando, los nazis se hicieron los vivos y la yuta no los deja marchar. Así que los mandan pa' sus casas a los anti-nazis. El tema es que mientras caminamos hacia el punto central, empiezan a apartecer hordas de personas vestidas de negro. Al principio no entendemos mucho, después nos cuentan que la extrema izquierda de Leipzig se viste de negro y no de rojo. La cosa es que ya nos empezamos a volver y vamos viendo la cantidad de policia que hay por todas partes. Patrulleros, camioncitos, canas. Cortan una calle, al rato salen corriendo para otro lado, dejan pasar, no dejan pasar, etc.





Nos tomamos un tranvía pa'l centro, y tras andar un ratito se para porque la policía estaba sobre las vías más adelante. Anuncian que se detendrán por tiempo indeterminado, así que todo el mundo se baja. El tiempo indeterminado no duró mucho, porque a los treinta segundos vemos pasar al tranvía con una viejita muy viva que fue la única que no se bajó. Y como no podía ser de otra manera... estaba lloviendo. El asunto es que con Thomas queremos ir hasta el centro a ver si encontramos la puta colcha, ya que con la funda sola no hacemos nada... Para eso tenemos que cruzar la Augustusplatz (que a esta altura supongo que ocnoceran). La cosa es que nos acercamos y de golpe aparecen uno atrás de otro una lluvia de caminocitos de la policía. Y desde el otro lado canas corriendo, tapando las antradas a la plaza. Muy simpáticamente (los canas son igual de imbéciles en cualquier parte del mundo) nos dicen que no podemos pasar. Así que tenemos que darle toda la vuelta a la plaza y, para colmo de males, la lluvia se larga cada vez peor...

Bueh, empapados damos la vuelta, nos despedimos del francés y nos vamos a ver la frazada. Fuimos a un negocio que sería... no sé... una especie de Falabella o algo así, pero súper cheto. Para colmo de males, tiene como 6 pisos (no sé por qué, pero todo me da la impresión de que es exageradamente grande en este lugar). La frazada más barata que tienen es bastante cara, así que decidimos esperar a ver un poco más. Nos encontramos con Andrea ahí mismo, que está con su novio que vino de visita. En qué vino desde Eslovaquia? En auto. Genial. La única condición es una pequeña parada en la estación de trenes. Pequeña... la cosa es que nos demoramos como mínimo una hora. Al menos pude aprovechar y comprarme una pava eléctrica, que me estaba haicendo mucha falta. Obvio que cuando me meto corriendo al negocio donde había visto una a buen precio... no quedaban más. En fin, me conformé con otra apenas tres euros más cara.

Por fin volvemos a casa. Comí en lo de Thomas y cocinamos un fantástico pollo al curry (inspirado en los consejos del guille). Bueh, tan fantástico no, porque he de reconocer que me zarpé con la sal. Pero para lo que había sido el día, creo que fue suficiente con que no se quemara.

Ahora ya estoy de vuelta en mi pieza sweet pieza. Arriba de la cama... la fundita de la colcha que aun no existe. En breve será un bollo en el rincón!

Ultimas Novedades

Como el post de hoy no se trata de nada en particular, sino más bien de algunos retazos sueltos de estos últimos días, no he tenido más opción que recurrir a tan desabrido título. Por otro lado, me acabo de car cuenta de lo difícil que va a ser no repetirlo cuando en el futuro vuelva a tener que escribir racontos de los últimos días... ay, que presión la del escritor.

Bueno, como suspicazmente dejé entrever en el último post, el día sábado tuvimos excursión innvitada por la facultad. Fuimos a la ciudad de Altemburg, una pequeña localidad que queda a unos 50 minutos en tren (fue el primer viaje en tren desde que estoy acá).

El día, para variar, estuvo horrible. Al principio fresquito y nublado, pero ya pasadas unas horas empezó una lluvia que no paró hasta que volvimos. En Altemburg no hay mucho pa joder la verdad, pero visitamos un castillo muy lindo y después fuimos al centro y la plaza de la ciudad que estaban muy bien. Dejo algunas fotitos.


Estación de trenes de Leipzig


Parte del Castillo


Por dentro


Iglesia del Castisho


Plaza, paraguas y sombrillas


Plaza

Bueno, la cosa es que habremos vuelto tipo seis y media, empapados, cansados y con sueño. A la noche era el partido de Argentina, así que mi plan era irme a hacer las ocmpras y quedarme a verlo en la computadora. Las compras las hice, lo segundo... mmm... Después de probar un buen rato con algunas páginas de internet que funcionaban de a momentos, se cortaban, volvían, se iban y así hasta que dejaban de funcionar, decidí, un pelín malhumorado, irme a dormir.

Ese domingo me desquité y dormí por todo el sueño atrasado que tenía, me habré despertado como a las 12 y pico. El tema es que al ratito nomás empieza a sonar mi celular (grrrr...), atiendo y veo que es mi Tandem (Johannes). Finjo lo mejor que puedo una voz radiante y fresca y acordamos de encontrarnos el lunes. Toda la conversación en español, por suerte!

La cosa es que ayer finalmente nos juntamos al medio día. Para hacerlo corto: vergonzoso! Johannes habla español PERFECTO. Creo que habremos estado una hora y media juntos más o menos, y durante todo ese tiempo sólo tuve que corregirle una palabra... Por otro lado yo... no di ni ocote! Con suerte si armé alguna oración entera sin errores... jeje, una vergüenza me daba... Pobre flaco, el embole que se debe haber comido, hablando con un lelo que con suerte podía decir lo básico. Y si ya por mi nivel de alemán el muchacho habrá sospechado de mis capacidades, sus hipotesis se habrán confirmado cuando, sentados pa tomar un café, yo, intentando tomar un vaso de agua, me tiro como la mitad encima!!! No, no, más boludo imposible!! En fin, la cosa es que promediando la reunión yo le digo que seguro que para él es re aburrido, que si se quiere buscar otro no me ofendo (papel de víctima...) pero él dice que todo bien. Así que bueno, para la próxima me pondré a ejercitar un poquito antes, a ver si no doy tanto asco. Hoy "por suerte" tengo mi clase de alemán para slowies, así que me sentiré menos mal. En el reino de los ciegos...

Leipzig ´89

Buenas a todos. Prometí que no volvía a escribir hasta que tuviera cosas interesantes para contar, y a día de hoy sí que las tengo.



Como muchos sabrán, este noviembre se cumplen 20 años de la caída del muro de Berlín. Pues bien, ayer, 9 de octubre, se celebró la conmemoración de los 20 años de la llamada "Friedliche Revolution", también conocida como la revolución pacífica. Fueron una serie de marchas que tuvieron lugar en Leipzig, en contra de la RDA (alemania oriental), y se destacaron por la gran cantidad de gente que conovcaron a pesar del miedo que suponía una expresión de esta manera contra el gobierno.

Durante varias semanas hubo actividades alusivas al tema por toda la ciudad, pero el punto cúlmine fue ayer, donde había convocada una reunión en la Augustusplatz (la plaza más grande de la ciudad) donde luego de un acto se marcharía por la ciudad.

Antes de eso, a la tarde, hubo una conferencia en la universidad, ofrecida por quién fue canciller de la alemania occidente para la época de la unificación. No me hacía mucha gracia ir pa no entender nada, pero por suerte una vez allí me encontré con que daban unos aparatitos para escuchar la traducción. Muy positivo. Lo negativo... que la chica que estaba dando los aparatitos hablaba un poco de español y había estado en Argentina y en Córdoba y.... uhhh.. me empezó a dar la lata dos horas... cosa que casi no tengo donde sentarme!

Bueh, una vez adentro, escuchar al viejo en cuestión fue súper interesante. El tipo contaba de sus conversaciones con Miterrand, con Gorvachov... o sea, te dabas cuenta de que había estado entre los guasos que deciden cómo va el mundo. Estuvo muy bueno. Por el otro lado, se pudo notar como sobredimensionan un poquito los eventos de la revolución pacífica. Además del canciller tenían a un sudafricano y un experto en América latina, y todo el tiempo les preguntaban de qué manera dichos sucesos habían influenciado en los respectivos subcontinentes... A lo que yo me pregunto que cuántos de mis lectores sabrían de dicha revolución...

Bueno, después el cuento siguió a la noche. Los tranvía cambiaban su recorrido a las 17.30, así que había que salir tempranito pa´l acto. En las inmediaciones de la plaza habían repartidas muchas persons con chalecos fluorescentes que repartían velas en vasos de plástico a los concurrentes. Las velas eran un símbolo fundamental del evento, ya que allá por 1989 las marchas eran de noche y con velas en la mano. Habáin también por la plaza diferentes puestitos, donde regalaban diarios sobre le tema, alguna información en inglés. En otra parte tenía como una mini exposicion dentro de un colectivo o regalaban postales alusivas.

La cosa es que la plaza se llenó (según pude chusmear los diarios decían que habrían sido 100.000 personas), invitaron a poner las velas en unas grandes mesas que formaban "Leipzig 89". Hubo un par de discursos pero bastante cortos y pocos. Tras temrinar con el asunto, la gente empezó a salir de la plaza para continuar con la marcha que pasaba por la ciudad y, según tengo entendido, iban hasta el edificio donde se encontraba la central de la Stasi (la policía del estado de la RDA). Acá ya cada uno pelaba la velita que había traído desde su casa, así que los que les mangeamos a los de chaleco con las manos vacías ya no teníamos nada para llevar. Nosotros caminamos un buen rato, pero abandonamos antes del final. Por el camino todo estaba especialmente preparado, luces, pantallas, escenarios, música, de todo.

En cuanto consiga que me pasen las fotos las subo, pasa que me reencontré medio tarde con la cámara. Tengo unos videos que intentaré poner si algún alma solidaria me explica cómo.

Bueno, temrinada la efeméride, puedo contar que el jueves y el viernes ya tuve las primeras clases y que ya tengo que empezar a leer... La semana que viene empiezo de lleno.

Mi vecinito, sin muchas novedades. El otro día me lo crucé en la cocina cuadno me estaba haciendo algo de comer, a lo que intercambniamos un hola, cómo va. Le pregunté si hablaba inglés, como para tirarle la lengua, a lo que me dijo "Yes, yes, no problem", siguió su camino y se fue.

Una suerte que no me preguntó si hablaba alemán... porque sigo medio para atrás con ese asunto. Si bien creo que de a poco voy cazando un poco más, va leeento, jeje. El otro día en la clase me hicieron buscar por intert un "Tandem", para los que como yo no sabían qué es eso, les cuento: es una persona que habla el idioma que vos querés aprender y estudia el tuyo. Entonces uno tiene encuentros como para charlar. Yo publiqué mi anuncio en una página y le escribí a un tipo que había publicado. Éste me respondió el mismo día y quedamos en juntarnos la semana que viene (Mamá: no te alteres, no es peligroso. Todo el mundo lo hace y no pasa nada grave). Al otro día me escribió una chica que había visto mi propaganda, así que bueh, tendré dos tandems. A ver si sirva pa´ algo... Ah, y hoy me escribió otro flaco, pero bueh, me parece que más que suficiente con dos.

Ah, agradezco a todos sus consejos de cocina y pa las compras, han sido muy bien recibidos. Por suerte todos los medio días estoy comiendo en el comedor universitario, que está muy bueno. Así que sólo me queda el clavo de cocinar a la noche.

Para aquellos preocupados por el desorden de mi cuarto, les comento que hace unos días lo limpié íntegro y ordené las valijas y demases. No mando fotos para no presumir nomás...

Y bueno, creo que con eso cubro todos los puntos de la agenda. Ah, hoy fuimos de excursión a Altemburg, que es una ciudad chiquita de por acá cerca. Pero bueh, eso ya es otra historia, esto se hizo muy largo.

Un abrazo pa todos y gracias por la compañía.

Llueve sobre mojado

El título es sumamente literal. En esta ciudad no hace más que llover. Desde que llegué hasta hoy (que se cumple exactamente una semana, felicidades a mi) creo que he tenido un solo día sin lluvia. El Sol cotiza caro por estos lugares se ve, ya que puedo decir que lo he visto un solo dia en toda la semana. La mañana del domingo, cómo olvidarlo! Me desperté con un sol radiante, salimos a dar una vuelta al centro de la ciudad y de bien que estábamos comprando unas cosas para comer en la plaza principal, zas! Lluvia. Fue la última vez que hubo Sol. Tampoco vamos a dramatizar, no es que llueva todo el tiempo, pero cuando no llueve hay nubes. Así que bueno, mejor ir acostumbrándose.

La cosa es que ahora estaba lloviendo, yo ya volví a casa después de un día larguito (dicho sea de paso, en mi clase de alemán hicieron una subdivisión entre burros y burrísimos, quedé entre los primeros así que tuve la "suerte" de ver un tema de avanzada: la hora...). Mientras esperaba el tranvía estaba ansioso por llegar, pero ahora que hace una hora que estoy acá encerrado ya me aburrí, así que me metí a escribir. La verdad que no hay muchas novedades, no fue un día así muuuuy interesante, pero veremos qué podemos hacer...

Por lo pronto, y para aquellos que leyeron la última entrega, he de confesar que sin querer me estoy tomando venganza del sujeto de al lado. Ayer fui al super (ah, por cierto, se agradecerán ideas de cosas para comprar que sirvan de cena práctica, rápida y nutritiva... no sabía que joraca comprar en el súper) y se me ocurrió comprar un queso Camembert (aquellos de paladar delicado sabrán de lo que hablo). El tema es que el simpático quesito tiene el olor más asqueroso que le he sentido a algo comestible en mi vida. Ya cuando iba cruzando la calle nomás con las cosas en la bolsa, empecé a sentir un olor a pata sumamente penetrante. Cuando llegué a casa me quise asegurar de que estuviera bueno todavía, y así es, le quedan diez días para el vencimiento, bueno, nueve ahora. La cosa es que inocentemente lo metí en la heladera. Y cuando la volví a abrir.... Puaj! Estoy tratando de comerlo lo más rápido que puedo, porque la verdad que da asco el barandón ese.

El otro fiasco que compré en el super los otros días fueron unos pepinos en salmuera (si alguien tiene un nombre mejor o más preciso para describirlos, se los agradecería). No, no son los del sánguche riquísimo que describí en otro momento. Como los primeros me gustaron tanto me quise comprar un frasco más grande, así que cambié de marca... Y resultaron muy feos pa´mi gusto. Como eran muchos y estaban a penas empezados opté por darles un uso para no tirarlos: ahora vengo de regalárselos a mi amigo Thomas como agradecimiento por haberme activado mi celular (Gracias!).

Sí, sí, ya soy una persona con celular. Hace una semana que lo compré, pero recién hoy lo activamos y mañana empieza a andar. Así que espero mensajitos de texto, eh...


Bueno, dejo de abusar de su atención y prometo no escribir hasta que pase algo interesante.
Si la tecnología me acompaña les dejo algunas fotos del lugar donde vivo. Por cierto, son las únicas que he sacado desde que estoy acá, ya que Andrea se empecina en sacar fotos cada cinco minutos, así que me ahorra todo el trabajo.


Puerta de entrada


Cocina (Justo a la derecha, en el pedacito de madera que se alcanza a ver, está la puerta de mi vecino)


Ñoba


Las valijas siguen en el pico, peor ya desempaqué.


Por eso mismo, ahora está más lleno.


Atelier de creación de este fantástico blog (Nada que ver con Ateliers SA, por favor)






Bueno, ahora sí me despido. Me acaban de llamar para comer a lo de mi amiga Dana (EEUU). No entendí muy bien qué había, pero hace un rato la vi muy feliz porque había encontrado no sé qué ingredientes.

Cariños para todos.

PD: SOS GUILLE, no pude poner las fotos sin link.