Visitas

Ya me he encargado en varias oportunidades de comentar como en este nuevo año en Europa nada es en realidad muy nuevo. He resaltado las similitudes, criticado la falta de novedades y repudiado el aburrimiento producto de la monotonía. Pero hoy el objeto de reflexión (si bien no excitante, entretenido o divertido) es un cambio. Sí, en la modesta entrada del día de la fecha tengo el agrado de comunicarles un fenómeno que el año pasado no se produjo más que excepcionalmente: el de las visitas.
Todavía no logro entender muy bien el por qué de este cambio, razón por la cual he comenzado a aventurar algunas hipótesis… Una de ellas, un tanto falta de modestia pero no por ello menos verdadera, resalta como la gente no puede resistir más tiempo sin mi y tras haber estado un año alejados (o luego de haberme conocido en Leipzig), las ganas de verme de nuevo se convierten en un impulso irreprimible y los trae por acá. Otra de las hipótesis – esta sí, un tanto más improbable – desplaza el foco de atención del protagonista al ambiente: la ciudad. Es que acaso mis amigos son tan mezquinos y calculadores que no me visitaron antes porque a nadie le interesaba conocer Leipzig, mientras que Viena suena mucho más tentador? En fin, algunas de las explicaciones plausibles para esta nueva realidad.
Bueno, y de qué se trata este boom en las visitas, entonces. A ver, todavía durante el año pasado tuvimos los primeros visitantes: Thomas y Julia, como bien los lectores se enteraron en su momento. Pero sería durante este nuevo año que las cosas se reavivarían: ni bien volvimos de Egipto, ese mismo día, tan sólo media hora luego de llegar al hogar me encontraba con Nati (mi fiel compañera de preparación del TOEFL) y Tomás. Tras festejar el año nuevo juntos (en compañía también del Thomas colombiano) los cordobeses partieron y, dos días de por medio, llegó nueva visita: esta vez se trataba de Mauricio con su familia. Pero aún quedaba más, y para la fecha de mi cumpleaños y días aledaños tuve la alegría de contar con otro reencuentro, pero por partida doble: esta vez fueron Franka y Andrea las que se hicieron presentes. A esta altura, he de confesar que mi nivel como guía turístico de la ciudad no ha hecho más que crecer y hasta me he aprendido el circuito de memoria. Eso sí, a todos les prohíbo que realicen preguntas sobre lo que vamos viendo… que tampoco soy tan bueno.
En fin, con el perfeccionamiento de mis habilidades se han visto favorecidos los últimos visitantes: nada más y nada menos que mi amiga oriunda de Villa Allenda, la Vicky, y, oh variedad de nombres que tenemos, Thomas. A esta altura, y con tantas visitas, he de confesar que Jacqueline empieza a hablar español sin mayores problemas. Pero bueno, el asunto es que Victoria y Thomas acaban de irse apenas ayer y ya los estamos extrañando. Acá les comparto un par de videos de nuestros fríos divertimentos.






En fin, que si comparamos con la temporada anterior, ganamos sin mucho problema este año: en Leipzig, a estas alturas, teníamos el cero absoluto en el marcador. Es más, la única visita que recibí durante todo ese año fue la de la Yaya, única que tuvo el gozo de conocer la maravillosa Leipzig. Pero claro, que a lo Talleres, este año no se conforma con el resultado, y parece que gana por goleada: en una semana tengo el honor de recibir a otra Natalia (para seguir con el espíritu albiazul) y, por allá en el horizonte, se divisa la repetición de mi abuela, aunque esta vez, al parecer, acompañada. Alrededor de estos visitantes firmes revolotean algunas otras promesas y ganas de hacerse presente por aquí, pero, al mejor estilo periodístico, no podemos confirmarlas por ahora…
Entonces queda claro, el destino está en su momento de apogeo. Los lectores del blog no querrán, imagino, quedarse afuera de esta moda en la que se ha convertido la visita a Viena. No se contengan, no lo duden, sólo déjense llevar y comiencen a averiguar la conexión más cercana desde su casa. Que acá, en Viena, las visitas son lo que se lleva.