Blanca Navidad

Bueno, el título intenta ser un hiperresumen de esta entrada. Pero, a decir verdad, no sé si es muy orientativo. Tampoco estoy muy orientado yo. No sé cuál es el tema del escrito si la navidad o la nieve, por eso intentemos consensuarlo en navidad blanca, blanca navidad o algo así.
Ante la alarma, preocupación y desespero de muchos de los lectores, he decir que recién me siento a escribir recién ahora porque el clima hasta el momento no lo permitía. Exponer los dedos por tanto tiempo no fue algo deseable en los últimos días vieneses. Es que la semana pasada tuvimos días enteros de nevada, en los cuáles limpiaron las calles y veredas hasta tres veces en una misma jornada. Ya venía siendo molesto el frío y bastante bajoneante la noche que ya es plena a eso de las cuatro y media. Si a todo eso le sumamos montañas de nieve y capas de hielo, el panorama se vuelve ciertamente un tanto deprimente. No dan ganas de sacar un pie afuera. Sí, claro, porque la nieve está muy linda para verla por la ventana tomando chocolate caliente, pero el asunto es muy distinto cuando toca salir a poner el cuerpo. Lo único bueno, hay que desdramatizar un poco, es que esta semana que hoy termina no tuvo casi nieve y la temperatura se apiadó un poco. Aunque suene ridículo, salir a la calle y ver que los carteles anuncian 4 grados da una sensación de tranquilidad… Esperemos a ver qué viene.
Pero bueno, para aquellos esteticistas enamorados de los paisajes nevados, las condiciones climáticas son óptimas para pegar una visita a los mercaditos de navidad. Es que sí, yo recién estoy escribiendo esto en diciembre, a pocos días del aniversario de jesús, pero acá en Viena la navidad viene pisando fuerte desde hace rato. Me animaría a decir que ya desde mediados de noviembre que los negocios empiezan a estar decorados de acuerdo con la ocasión y van empezando a abrir los mercados de navidad. Sí, claro, en Leipzig el año pasado tuvimos uno en la plaza principal. Los lectores del Blog Trotamundos fueron testigos privilegiados de este evento. Pero acá en Viena, el asunto navideño está en otro nivel: no hay uno, sino múltiples mercados de navidad desperdigados por toda la ciudad. En plazas, castillos, callecitas… ¡Incluso en la universidad! Uno no sabe por dónde le va a salir la próxima choza navideña. Hay tres rubros principales que abundan en estos lugares: las bebidas (se destacan el vino caliente y los “ponches” – o como joraca se diga -, que vendrían a ser unas bebidas alcohólicas calientes a base de frutas o demás sabores), comidas y adornos navideños. Después, eso sí, nunca faltan los locales medio desubicados que venden cualquier ganzada y le cagan la atmósfera mágica a los pobres visitantes.
Pero hablando de magia, es importante destacar el momento único que se puede vivir en estos sitios. Y es que al parecer, entre los vahos de alcohol y las tacitas de glühwein que van y vienen, la magia ocurre. Sí, porque estando en estos mercaditos uno puede sorprenderse con el hecho de que los vieneses se vuelven, mágicamente, simpáticos. Sí, sí, esas mismas personas que casi ni te miran en la calle, que casi ni te hablan y casi ni te responden, se vuelven, navidad de por medio (o ponche de por medio), locuaces, espontáneos y hasta graciosos ¡Cómo olvidarnos de los ocurrentes muchachos que nos ofrecieron sacarnos una foto para – carcajadas de por medio – luego mostrárnosla y hacernos ver que nos cortaron las cabezas! Se vuelve difícil disimular la cara de sorpresa cuando la gente se ofrece a explicarte sobre los productos que estás viendo o te conversan preguntándote de dónde venís, qué hacés… un derroche de alegría. ¡Ah, si sólo fuera navidad más seguido!
Así que bueno, para aquellos amantes de la navidad y el frío, acá les dejo unas fotos, un videito y mis mejores deseos de que el invierno, que aun no empezó, se acabe cuanto antes. Por lo pronto este año estoy más vivo y no me voy a Rusia en pleno diciembre, muy por el contrario, un destino mucho más calido nos espera…
¡Saludos y felices fiestas pa’ todos!