Domingo de Fútbol

Fue como volver a los viejos tiempos del Chateau, un domingo con fútbol. Pero claro, como todo acá, con algunas similitudes y algunas diferencias.
Era el gran clásico de Leipzig, el Talleres-Belgrano de la ciudad. Bueno, la verdad que tampoco era para tanto, yo sinceramente ni enterado estaba, pero por suerte Thomas se había molestado en investigar. Nuestro otro acompañante fue Max, un compañero alemán.
Se me hacía imposible no recordar al gran Talleres. Pero claro, cuando uno tiene el paladar acostumbrado a la tercera división del fútbol argentino pasar a la quinta del fútbol alemán le sabe a muy poca cosa. Fue la primera vez que no me daba vergüenza contar que mi gran equipo estaba en el Argentino A (y explicar de qué calaña estába hablando), total, en el país de los ciegos...
Como buen cholulo me llevé la bandera de Talleres a la cancha. Esperaba ansioso que los alemanas me preguntaran por ese curioso escudo y esos magníficos colores, ya me imaginaba su cara de sorpresa y admiración cuando yo les empezara a hablar de un equipo que estaba dos divisiones por encima de ellos. Pero bueh, cómo no podía ser de otra forma, nadie me preguntó ni "mu".
Como a esta altura el lector ya imaginará, el partido no prometía mucho deportivamente. Pero si aun le quedan ilusiones de que al ser un clásico la nota la daría el fervor de las hinchadas, psss, lamento decepcionarlo/a. Lo más interesante, en definitiva, era la cancha. El partido se jugaba en el estadio que fue sede del mundial 2006, donde, entre otros, Argentina jugó contra México. La verdad que el estadio estaba lindísimo: en su totalidad con asientos, cubiertas las tribunas y un pasto que envidiarían hasta en primera división.



El servicio de catering, completísimo, panchos (con distintos tipos de salchichas), hamburguesas (de pollo, carne), salchichas con salsa y pancito, pretzels, cerveza, gaseosas, vino caliente. Pero clah, nada con el humo y el olorcito de un fantástico choripán.
Los equipos en cuestión era el Sachsen Leipzig y el RB Leipzig. Este último es una inversión de la empresa Red Bull (de allí sus iniciales alusivias, si bien el club no puede llamarse Red Bull por cuestiones reglamentarias) en el fútbol teutón. Al parecer era un equipucho sin historia ni hinchas al que red bull le puso plata y ahora son los primeros de la división. Tenían mucho menos hinchas que los demás, que ocupaban una buena proporción de su cabecera (nosotros, por cierto, estábamos en una tribuna "neutral", ubicada al medio). Había que hacerse hincha de alguno para ponerle más interés al partido. Mis compañeros se inclinaron por el red bull, pero moi, obvio, no me iba a ir con una corporación (demasiado con ser hincha de un club gerenciado, pa' que dos) así que me hice hincha del tradicional y popular Sachsen Leipzig (Pa' qué...).
Si comentaba que Talleres se me venía a la cabeza con frecuencia, claro, viendo el partido no pudo ser de otra forma. Tras un parejo comienzo se vino un injusto gol del Red Bull. De ahí en más mi equipito empezó a dar asco y bueh, perdimos dos a cero... para variar... Al menos nos quedó el consuelo de pensar que "podria haber sido peor".

En el material multimedia:
Panorama desde la tribuna
Gran entrada gran de los equipos a la cancha




1 comentario:

PATRICIA dijo...

Dale la T! Dale la T!
Qué lindo ver la bandera de Talleres sentadita en la butaca de un estadio alemán! Juancito, qué lujoso, vos siempre con sopresas agradables y especiales.
Y otro mundo. Mirá ese estadio para esa división. Y el bar! De no creer. Te imaginás si acá sirvieran vinito caliente...la que se armaría!