Caridad

Me he quejado en varias oportunidades de la hospitalidad vienesa, en especial después del día en el que con Thomas nos llevaron (injustamente) presos. Desde entonces me he encargado de concentrarme en los lados antipáticos de las gentes que aquí habitan hasta el punto de, quizás, haber creado una imagen demasiado parcial. Con ánimos de resarcir de algún modo aquel error, paso a compartir esta breve historia.

Ayer a la mañana muy temprano y estando aun medio enfermo la acompañé a mi tía hasta la terminal de colectivos. Todo fue sin problemas y me volví para la casa. A eso de las ocho y algo de la mañana sólo me faltaba tomarme el tranvía pa’ estar en el destino, pero cuando llegué a la parada todavía le quedaban cinco minutos para llegar. Yo no me sentía del todo bien y había un viento fresco, así que me senté en una posición “de bicho bolita”, digamo’, pa combatir el frío… El asunto es que de repente veo tres patas, bueh, dos patas y una muleta, al frente de mis pies y una voz que me dice algo en alemán:

-¿Ya ha comido algo hoy?
-¿Cómo? – le respondí, mi respuesta universal para cualquiera que me habla alemán cuando estoy distraído.
-¿Ya ha comido algo hoy?
Yo no sabía bien que decirle… La verdad era que no había comido nada, pero al mismo tiempo no sabía si era una vieja loca o qué, entonces le respondí que sí había comido.
-Tome, tome, para que desayune algo – dijo y extendió la mano, ofreciéndome 10 euros!
-No, no, está bien gracias, señora, yo sólo estoy esperando el tranvía.
-Sí, para que coma algo hoy, cómprese algo- con una sonrisa.
-No, en serio, que ya he desayunado…

Quizás insistió un poco más, pero se terminó rindiendo, sonrió y se fue. Así que bueno, para que lo vean, que algunos habitantes anónimos de esta ciudad sí me quieren! Muchas gracias a la señora desconocida por tan amablemente hacerme notar lo mal vestido que ando por la vida y darle razones a mi abuela pa’ que me grite que me va a llevar a comprar ropa “cuánto antes!!!”